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  • Lucía Gómez Herranz

EL BESO QUE EMOCIONÓ AL MUNDO

Agustina Cañamero y su marido Pascual Pérez pudieron volver a encontrarse después de 102 días, una imagen que se ha viralizado en las redes y que denuncia una triste realidad

Lucía Gómez Herranz,

Móstoles, 17/12/2020


Agustina Cañamero (81) y su marido Pascual Pérez (84): el beso del reencuentro. Foto de Emilio Morenatti.


Fueron 102 días exactamente, ni uno más, ni uno menos; ya se encargó Agustina de llevar la cuenta. Tanto ella como su marido Pascual saben que no es culpa de nadie, que la situación pandémica mundial es difícil de gestionar y que podría haber sido peor, pero cuando tienen que separarse por primera vez durante tanto tiempo todo eso no importa.

Con angustia, en tensión, como el que espera una noticia que no sabe si llegará, así esperaba Agustina el momento en el que le anunciasen que era legal poder ir a ver a su marido. Él, Pascual, lleva años viviendo en la residencia Ballesol Fabra i Puig de Barcelona y, como tantas y tantas residencias españolas, ésta prohibió la entrada y visita de familiares y allegados para intentar proteger a sus residentes.

Incluso envuelto en plástico, muy pocas veces un gesto trasmite tanta ternura; es el abrazo de quienes no sabían si volverían a abrazarse. Este matrimonio nunca había pasado tantos días completamente separados, pero el miedo y la incertidumbre que los invadía desapareció en este emocionante encuentro. Agustina fue de las primeras personas en aparecer cuando esta residencia anunció la apertura de puertas y se fundió en un beso durante unos minutos con su marido; y a pesar de la lámina de plástico, todos los guantes y las dichosas mascarillas, todos los presentes pudieron sentir el amor y el cariño de la pareja, emocionándose con ellos.

El fotógrafo Emilio Morenatti inmortalizó el momento y quiso mostrarlo al mundo posteándolo en su cuenta de Instagram. Casi al momento, esta foto se viralizó y dio la vuelta al mundo. Lo que probablemente nadie sabía es que, además de enternecernos, esta instantánea también pone sobre la mesa una realidad bastante polémica en estos tiempos.

Hablamos de la realidad que han atravesado o que están atravesando personas como Pascual Pérez, la realidad de las residencias en los brotes que han azotado a España. Según los datos de las diferentes comunidades autónomas, 24.473 personas han fallecido con COVID-19 en residencias; esto es el 48,3% de las muertes notificadas por el Ministerio de Sanidad. Entonces llega la pregunta del millón: ¿Cuántas de ellas se podrían haber evitado?


Elena Valero sobre su padre: Estuvo cuatro días muriendo. Les habían prohibido llevar a los enfermos de las residencias a los hospitales, solo podían ponerle oxígeno y paliativos hasta que su cuerpo aguantara.

La Amnistía Internacional abrió una investigación acerca del tema, concluyendo incluso con que las medidas tomadas (o las no tomadas) en estas situaciones son inhumanas, llegando incluso a hablar de violación a los derechos humanos. Esto viene dado en gran medida por la escasez de recursos que se les han proporcionado.

Durante dicha investigación, la Amnistía Internacional recogió toda clase de testimonios de trabajadores en las diferentes residencias españolas. Así, nos encontramos con declaraciones que confirman que no les daban EPIS (Equipos de Protección Individual), así que se conformaban con batas de bolsas de basura, calzas o gorros de plástico. No han tenido ningún tipo de protección.

Es por esta razón por la que nos referimos a los grandes olvidados de la crisis pandémica, una situación preocupante cuanto menos que esperamos, se tomen medidas cuanto antes, pues se avecina otro posible brote previsto para estas navidades y en algunas comunidades autónomas ya se ha prohibido la salida de ancianos de las residencias, como es el caso de la Comunidad Valenciana.

 

*Lucía Gómez es, a fecha del artículo, estudiante de segundo año de Humanidades en la UC3M, así como redactora de la Asociación de la Prensa de la universidad en el ámbito de Sociedad.

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