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  • Leire Marián Molina

“Soy una especie de yonqui de las historias”

El arte está en crisis, quizá siempre lo haya estado, quizá siempre lo esté, pero nos guste o no, no podemos vivir sin él. Y cuando hablas con alguien como Marcos Arbex, cuando sientes la emoción que destilan sus palabras, la ilusión pura en su rostro... sabes por qué nunca se acabará, por qué ninguna crisis podrá hundirlo por completo. Pese a la demora por la pandemia y las consecuentes dificultades, el joven director estrenó el pasado domingo, 6 de diciembre del inolvidable 2020, su obra “Calle Viceversa No77”, de la que también es actor.


Leire Marián Molina,

Madrid, 12/12/2020


Este joven madrileño, de 21 años, se describe como un artista polifacético: canta, baila, escribe, actúa... El campo más reciente en el que se ha iniciado es el de las performance. Su relación con el teatro empieza en secundaria y a los 16 años entra en la Escuela JANA, siendo uno de los primeros alumnos en pasar todos los grados que ofertaba. Por esta misma escuela es diplomado en Artes Escénicas; ahora estudia Comunicación Audiovisual en la universidad y regiduría, iluminación y sonido en una academia.

Foto: Marcos Arbex


Periodista: ¿Qué dirías que ha sido lo más valioso que te ha aportado la escuela estos años?

Marcos: Ja. Qué no me ha aportado. Con 16 años uno está formando su personalidad, quizá llegué a pasar 20 horas semanales en esa escuela. Mi adolescencia, mi personalidad, se forjó entre esas paredes, con esas personas. Te diría que las personas, que la forma en que enseña esa escuela. El director, por ejemplo, Javier Muñoz, nunca me ha puesto ningún límite creativo, ¿escribía una obra? pues la estrenaba.

Recientemente Marcos publicó via Amazon un libro con dos de sus obras teatrales, una de las cuales es la que nos ocupa este día: “Calle Viceversa No77” ya que se estrenaba en el teatro de Las Aguas este domingo.

P: ¿Cómo surgió la idea de “Calle Viceversa No77”?


M: La verdad es que mis obras surgen de ideas un poco bizarras. En este caso, me puse a mirar por la ventana y me imaginé que caían zapatillas; en vez de alejar la idea, forjé una historia alrededor. Se quedó aparcada por un tiempo, como muchas de mis ideas.

El segundo elemento que contribuyó a formarla fue que conocí a una familia que se estaba cuestionando la vida y otros temas existenciales porque uno de sus miembros se iba a morir en breves por una enfermedad degenerativa. Había algo de absurdo en que no se hubiesen planteado estos temas antes; supuestamente el que todos vamos a morir es un axioma universal y, sin embargo, hasta que no se lo toparon de frente no lo pensaron.

Y luego está el personaje del Señor Pingleton. La primera frase que se escribió de esta obra fue suya: “La mayoría de gente me llama Señor Cigüeño porque si me dan pan, me lo como” a partir de ella creé al personaje, le busqué una historia: el sentido de la vida, y un marco: las zapatillas. También necesitaba compañeros. En el verano de 2018 comencé a escribir a cinco personajes y sus cinco visiones frente a la idea de la muerte, que para mí reflejan las cinco posturas (negativas) que se toman en este siglo XXI.

P: ¿Considerarías que tu obra se puede englobar dentro del teatro del absurdo?

M: Sí, pero... la palabra absurdo está muy devaluada. La gente piensa que si algo es absurdo es que no tiene sentido y yo opino, como Samuel Beckett, que sí que lo tiene. Absurdo es igual a misterio, secreto, símbolo... Por otro lado, el absurdo no siempre está ligado a la comedia, hay absurdos que nos hacen llorar, mira el 2020.

P: ¿Qué es lo que más te atrae de este tipo de teatro?

M: Me llama que hay diferentes capas. El absurdo permite a la gente quedarse en un nivel superficial y perfectamente válido en el que pueden evadirse y reír, pero también en uno más profundo, que esconde verdades detrás.

Foto: cartel "Calle Viceversa Nº 77"

P: No es un teatro tradicional ni al gusto de todos, ¿qué les dirías a los escépticos para intentar llegar a ellos?

M: Por ahora mi público está siendo muy amable conmigo, no he recibido tantas reseñas negativas como había pensado. Hay gente sin embargo, que quiere ver lo explícito. He hablado de las capas, pues bien, no llegan a la profunda pero tampoco son capaces de captar la superficial porque solo ven cosas inconexas, buscan realismo y se frustran al no entender nada. Yo les diría que mis obras van de ellos. Porque no hay nada más absurdo que una persona que trata de encontrarle sentido a algo que no lo tiene. Les diría, en boca del señor Pingleton, que “no hay nada que no quepa en un congelador hecho a su medida” y que dejen de intentar entender todo, porque si el teatro es una metáfora del mundo, tampoco van a entender todo cuando abandonen sus butacas.

P: Es arriesgado organizar eventos culturales en estos tiempos de pandemia, ¿por qué no decidisteis esperar?

M: Esta obra se iba a representar a principios de año, pero unos días antes del estreno empezaron las medidas de confinamiento. En verano decidimos retomarlo, pero nos falló el teatro y uno de nuestros actores tuvo coronavirus. En octubre llevábamos ya un año ensayando una obra que duraba una hora y decidimos que queríamos hacerla cuanto antes, era un ahora o nunca.

P: ¿Cómo ha influido el coronavirus en los preparativos?


M: Por suerte, la obra ya estaba montada antes de que estallase el boom. Además, la obra tiene un carácter pictórico, como de 2D... por lo que la distancia se respeta siempre y el movimiento no es tan importante. El eje de esta obra es el diálogo.

P: Eres el director de la obra pero también uno de los personajes principales, ¿qué dificultades encuentras desempeñando este doble papel?

M: Todas. Hasta esta semana no me había dado cuenta de ello en profundidad. Al principio en los ensayos estaba más atento a mi faceta de escritor: a ver si cambiaba algo, si encajaban bien las frases... Cuando me puse a dirigir me centré en que mis actores estuviesen cómodos, que entendiesen bien la intención del mensaje, tranquilizarles respecto al tema covid... Y yo no actuaba bien mi personaje, lo hacía un poco por encima aunque luego prepararme fue sencillo gracias a todo el trabajo previo. Me consta que los directores no lo suelen hacer así... pero también me consta que ellos no han escrito Calle Viceversa.

P: ¿Cuál fue el recibimiento de tu primera obra, “Cristabela”?

M: Fue sin duda alguna el día más feliz de mi vida. Yo representaba al personaje principal así que estaba casi siempre en escena y desde ahí atendí a su nacimiento. Esta fue la primera obra que dirigí... y la más personal. A veces el público se levantaba, aplaudía y los actores tenían que esperar... hasta 1 minuto antes de seguir hablando. En la escena final, el público lloró.

P: ¿Cuáles son las principales dificultades las que te enfrentas al querer dar a conocer tu trabajo?

M: Siempre lo digo, mi mundo es el teatro; aunque escriba, mi mundo es el teatro. Mi reto y mi problema es que ni a la gente que le gusta el teatro, le gusta el teatro. La gente a la que le gusta el teatro no va al teatro, ni los propios actores van. Y el teatro escrito... la gente no lo compra desde que se lo mandaban en el instituto.

P: ¿Te gustaría alcanzar la fama?

M: Sería un hipócrita si digo que no, pero sería un mentiroso si dijera que sí. Me gustaría repercutir, creo que hay muchas cosas que puedo dar. Creo que el teatro es una forma maravillosa de curar a la gente. Mi guerra, mi forma de ayudar, está en tocar los corazones a través de la ficción, de un espacio seguro donde no estén presentes sus preocupaciones. Para hacer esto bien tendría que ser famoso, tener un gran público. Querría la fama como un medio, no como un fin.

P: ¿Cuáles son tus objetivos profesionales a largo plazo?

M: Mi sueño es tener una compañía profesional y actuar en teatros grandes. Como artista polifacético me gustaría aunarlo todo... aunque no sé cómo. Querría hacer alguna película de mis obras, actuar, hacer algo relacionado con el baile, videoclips, un canal de YouTube... Quiero expandirme. El teatro es lo que más me mueve pero que nadie dude que estoy determinado a que mi nombre resuene por otras artes.

P: Y por último, abrirse camino en el mundillo del arte, ya sea escribiendo, actuando o cantando no es tarea fácil, ¿alguna recomendación a aspirantes?

M: Yo les diría a todos los artistas que antes de hacer nada tienen que saber qué es el arte, lo que significa ser artista, tienen que aprender a sacrificarse y seguir a ciegas, tener sueños muy grandes... Tienes que estar muy loco. El fracaso tiene que estar presente, no te tiene que condicionar, pero hay que ser consciente de que es una posibilidad. También tienes que tener momentos de silencio para encontrar lo que quieres decir. Porque tener algo que decir es lo más importante. --- “Calle Viceversa” se representará en el teatro Las Aguas los domingos 13 y 20 de diciembre, a las 17h. Las entradas para el estreno, el día 6, se agotaron esa misma semana. Sin embargo, si todo sale bien, es muy posible que el teatro mantenga la obra en enero, puede que hasta febrero. Mientras tanto, Marcos sigue soñando incansable y planea publicar el resto de sus obras este 2021.


"Animaría a la gente a defender más a los artistas (...) No pido que nos valoren más que a un médico, porque lo necesitas, solo pido que no nos valoren menos. Somos traductores de almas. No somos poca cosa." Marcos Arbex
 

* Leire Marián Molina es estudiante de tercer año de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la UC3M. Escritora, le apasiona contar historias.

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