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  • Lucía Aguilera Martínez

Amy Dunne: la glorificación de la 'Madwoman'

Lucía Aguilera Martínez

Madrid, 23/11/2022

 

La aclamada película Perdida, de David Fincher, nos presenta la deconstrucción de un matrimonio moderno, agitado por la desaparición de Amy Dunne, la esposa de Nick. Resulta que Amy ha planeado su desaparición y el acoso mediático que se le viene encima a su marido, en forma de venganza a raíz de su infidelidad y la infelicidad a la que está sometida. Amy acaba volviendo al hogar, habiendo asesinado y manipulado para hacerse la víctima, además de embarazada del propio Nick. Ahora él no puede huir, porque ¿quién abandonaría a su mujer embarazada después de haber sido secuestrada y violada?

Fuente: Pinterest

El personaje de Amy, que podría ser catalogado como psicótico y enfermo, ha sufrido crítica del público, algo normal al ser considerada la villana de la historia. Pero en el último año ha surgido un fenómeno principalmente visible en Instagram y Pinterest, en el que se ven imágenes como la de la derecha, en las que se habla del personaje como un ejemplo a seguir, como un modelo y aspiración. El trasfondo de esta glorificación de Amy Dunne proviene de conceptos como la histeria femenina y Madwoman.


La histeria femenina era una enfermedad popularmente diagnosticada en la Europa del siglo XIX. Aunque la histeria como enfermedad tuvo sus orígenes en la Francia del siglo XVII, no fue hasta el siguiente siglo que se trató a las mujeres que la padecían con un internamiento total. Los síntomas de esta afección, que según los médicos afectaba a muchas más mujeres que hombres, eran respiración entrecortada, desmayos, insomnio, nerviosismo, irritabilidad y agresividad. Los doctores que diagnosticaban esta enfermedad rápidamente lo asociaban a una disfunción en el ámbito sexual de la mujer, generalmente debido a una falta de actividad sexual. Sin embargo, durante mucho tiempo, esta enfermedad englobó infinitos síntomas, la mayoría relacionados con los estereotipos de género. Es por ello que hoy en día podemos tomar como referencia definiciones de la histeria femenina como la del psiquiatra Paul Chodoff, para reflexionar acerca del término.


La mujer, que ha sido caracterizada por la sociedad como un ser irracional, irascible y sentimental, es diagnosticada con una enfermedad por aquello con lo que se le ha etiquetado.

Chodoff define la histeria como una exageración de la feminidad culturalmente inducida, es decir, una caricatura de la feminidad. Y es que no debemos olvidar que la noción de feminidad ha estado íntimamente ligada a la locura, a emociones descontroladas que deberían ser domadas. La mujer, que ha sido caracterizada por la sociedad como un ser irracional, irascible y sentimental, es diagnosticada con una enfermedad por aquello con lo que se le ha etiquetado.


En este caso, podemos ver una relación contradictoria a la hora de hablar del concepto de feminidad, ya que mientras que la mujer debe ser paciente y bondadosa, su naturaleza es ser irracional y sentimental. El origen de la rabia femenina, por tanto, reside en la calificación de sus reacciones en función de su adecuación al estándar femenino. De esta forma, llegamos a, según Lindsay Haralu en Madwomen and mad women: an analysis of the use of female insanity and anger in narrative fiction, from vilification to validation, a la siguiente tesis: una mujer furiosa es demasiado femenina en su debilidad e incapacidad para controlar sus emociones y, al mismo tiempo, no lo suficientemente femenina en su violencia y enfado.


Esto, por lo tanto, nos presenta una situación frustrante en la que el concepto de feminidad y la participación obligatoria de la mujer en ella es autodestructiva, casi como una trampa.


Estos dos fenómenos, la histeria femenina y la rabia femenina, nos llevan al prototipo de la Madwoman como elemento literario. Este consiste en un personaje femenino (ya sea de una obra escrita o de una película) que ha sido llevado a la locura. Esta locura se identifica con la histeria femenina o la ira femenina, es decir, proviene de una designación de esa categoría por parte de la sociedad, siendo la misma sociedad (principalmente compuesta por hombres), la que no sólo la lleva a esa locura sino que la identifica como tal.


La primera Madwoman que encontramos en la literatura es Ophelia, de Hamlet, Shakespeare. Este personaje es considerado el origen de la Madwoman ya que establece el cliché literario de forma definitiva. Ophelia es una mujer controlada y manipulada por los hombres en su vida, tanto su padre como Hamlet, que se vuelve completamente loca. En este caso, se trata de una mujer que cumple con todos los requisitos de la feminidad definida por el hombre, esa feminidad contradictoria y que la conlleva únicamente a ser juzgada.


Cuando elimina la fuerza que la controla y muestra sin reparo su demencia, alcanza la lucidez. Cómo no, Ophelia finalmente muere ahogada, e incluso su muerte y la belleza con la que Shakespeare la describe es cuestión de debate y especulación, ya que podemos interpretar su muerte como un suicidio; escenario en el que no soporta la sociedad que la oprime, o como una muerte inevitable, es decir, su futuro está determinado, y si no encaja en el estrecho molde de la feminidad, morirá.


Y esta cumbre de su locura es la revolución contra la opresión. La rebelión contra los detallados estándares de conducta y belleza asociados a la feminidad es la liberación de Amy. Es la conversión a lo opuesto a la feminidad, a aquella faceta diagnosticada como enfermedad.

Con estos conceptos expuestos, resulta increíblemente fácil relacionarlos con Amy, una mujer que ha fingido convertirse en la 'chica guay' por su marido Nick (monólogo icónico para el fenómeno en Internet), en ese nuevo molde representante de la fantasía masculina, íntimamente relacionado con la noción de feminidad tan concreta de la que hablábamos antes. Esta participación es la que acaba por convertir su matrimonio en una dinámica infeliz y disfuncional, la que lleva a Amy a la locura y a la venganza: Amy hace sufrir a su marido, le manipula y chantajea, además de asesinar por mantener la imagen pública de víctima en la narrativa que ha organizado. Y esta cumbre de su locura es la revolución contra la opresión. La rebelión contra los detallados estándares de conducta y belleza asociados a la feminidad es la liberación de Amy. Es la conversión a lo opuesto a la feminidad, a aquella faceta diagnosticada como enfermedad.


Por lo tanto, el movimiento en Internet que glorifica las acciones de Amy Dunne se refiere a esta identificación con la mujer loca, desatada, que, aunque Amy lleve sus acciones demasiado lejos, tiene como origen la expresión de emociones como el enfado o la ira, consideradas poco femeninas. Este movimiento elimina la vergüenza por expresar emociones y promueve la aceptación de estas como parte de la feminidad, de la humanidad. Al igual que un hombre enfadado no es visto como enfermo o en urgencia de internamiento.


La particularidad de este movimiento es que lleva esta aceptación tan lejos que romantiza la rabia como elemento característico de la mujer, categorizando la feminidad como furiosamente bella. Es decir, idolatra a Amy Dunne y fomenta las actitudes rabiosas, categorizándolas como admirables. Porque, ¿cómo no admirar a aquel que se rebela contra el sistema?


Este es el origen de la glorificación de Amy Dunne, la romanización de la rabia que ha sido usada como arma contra la que la expresa. Es casi una revolución.













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