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  • Jaime Orellana Sanjuán

Especial Guerra de Ucrania (II)

En esta segunda parte del análisis del conflicto causado por la invasión rusa de Ucrania, estudiamos fase por fase cómo se ha venido desarrollando la contienda desde sus causas más recientes.


Jaime Orellana Sanjuán

Madrid 27/03/2023

 

Fase 1: ofensiva rusa y reacción de Occidente


La primera fase de la guerra se reduce a la triple ofensiva rusa, en el plano de poder hacer una guerra rápida. Si bien una invasión por el Norte pretendía cercar Kiev, otra invasión por el Este trataría de asegurar el apoyo a las provincias separatistas y una invasión Sur habilitaría un corredor desde Crimea hasta las provincias prorrusas, conectando todos los territorios.


Sin embargo, este plan tuvo ciertos desbarajustes. Al llegar a Kiev, las tropas rusas se encontraron con una defensa numantina, que eran ayudadas por una contraofensiva ucraniana tanto desde el interior de la ciudad como desde el Oeste. Aunque hubo un avance significativo desde el Este y el Sur, donde Rusia pudo hacerse con la Región de Jersón para marzo, quedando Crimea conectada con el Dombás, afianzando el domino ruso sobre el mar de Azov, a excepción de Mariúpol.


La guerra se anunciaba dentro de un nuevo paradigma bélico, un frente híbrido que atacaba no solo de forma material a través de artillería o munición real, sino también a la forma inmaterial de los Estados.

En el plano internacional, se manifestó un acalorado rechazo hacia la invasión rusa por la cual Europa decidió emprender sanciones económicas contra la Federación Rusa y el envío de ayuda humanitaria por parte de la comunidad internacional hacia Ucrania; sin embargo, el apoyo directo parecía alejarse de la conversación.


La solidaridad con el pueblo ucraniano se vio latente, especialmente tras una gira de Zelenski que pretendía recabar apoyos y dar voz a la resistencia ucraniana. Parece evidente que era esencial para la supervivencia de una potencia menor, desgastada enormemente por la guerra civil, la ayuda militar, económica y humanitaria de otras potencias en su lucha contra una potencia mayor. A ello se nos va a unir una primera oleada de crisis humanitaria: la emigración de población ucraniana y el drama bélico. Europa sirvió como principal acogedor de refugiados y desplazados por la guerra.


La guerra se anunciaba dentro de un nuevo paradigma bélico, un frente híbrido que atacaba no solo la forma material a través de artillería o munición real, sino también la forma inmaterial de los Estados. Con ello queremos referirnos a los diferentes ataques informáticos y a diferentes redes de sabotaje que debilitaban la seguridad nacional de los aliados a la causa ucraniana. Un grupo de hackers rusos que, además de agredir infraestructuras públicas, desarrollaron un fuerte despliegue desinformativo, que sería respondido por Occidente con la censura de todo medio mínimamente prorruso.


La guerra económica se abrió paso, creando una situación de inestabilidad en los mercados financieros, haciendo que el precio del gas y el barril de Brent se situase en máximos históricos, abriendo en Europa la búsqueda de fuentes de energía a otras zonas del mundo como EE.UU., el Magreb u Oriente Medio. Una deflación importante de la economía de la eurozona, que conllevará a una inflación de los precios, con la consiguiente depreciación de la moneda euro.


Fase 2: replanificación de la ofensiva y ayuda militar


Llegado abril, los dos de los cuatro objetivos principales de la “guerra relámpago” no se habían cumplido. Estos eran la toma de la capital y paralizar la reacción militar y doblegar la resistencia de autoridades y civiles ucranianos. La ofensiva rusa toma por tanto otro giro, enfocado en las regiones del este y las del sur, abandonando las plazas del norte conseguidas.


Sin embargo, las fuerzas armadas ucranianas consiguen preparar una contraofensiva, gracias al envío de munición y armamento por parte de Occidente (antes y durante la guerra), así como la instrucción militar del ejército ucraniano. Esta ofensiva vendrá de la mano de brigadas de apoyo internacional, compuestas por voluntarios con formación militar, que estarán bajo mando ucraniano. Lo cual ayudó a retroceder el frente a solo 170km de la frontera rusa por el Este y frenar el avance ruso por el Sur.



Batallón Azov | Fuente: El Independiente


Paralelamente, el puerto estratégico de Mariúpol cae rendido en manos rusas, tras una incesante lluvia de pólvora y un largo asedio al enclave defendido por el polémico batallón Azov; lo que consigue conectar completamente las regiones del este con Crimea.


El papel de la OTAN, que se encontraba en decadencia, ha emergido y se ha posicionado en el núcleo vital de la defensa de Europa.

En este punto, Rusia comenzaría a notar el exilio de las múltiples compañías y empresas extranjeras, como una especie de vuelta al aislacionismo soviético. Las múltiples sanciones, el freno del flujo del gas a Europa y la delicada posición de Alemania, supusieron un arma de doble filo para una Occidente, que lejos de recuperarse de la crisis post-pandemia, cayó en otra nueva. Para Europa, esto ha supuesto una mayor dependencia de su socio norteamericano, el cual ha visto como la guerra le ha generado beneficios económicos y geopolíticos; esto habría empezado a ser denunciado por algunos líderes europeos. El papel de la OTAN, que se encontraba en decadencia, ha emergido y se ha posicionado en el núcleo vital de la defensa de Europa; países como Finlandia, Suecia u otros comienzan a replantearse su ingreso



Fase 3: crisis por el Nord Stream y desgaste de la guerra


Septiembre se vio iniciado por unos cuestionados referéndums en las zonas ocupadas por Rusia: Jersón, Donetsk, Luhansk, Zaporizhia. La anexión de los territorios a la federación rusa dio lugar a un giro en cuanto a la reacción internacional. El rechazo se dio notar; países que hasta entonces no se habían pronunciado, dictaminaron la carencia de validez e ilegalidad de aquellos referéndums para el derecho internacional.


Cabría destacar, por otro lado, que las múltiples giras de Zelenski al extranjero y de otros líderes políticos internacionales a Ucrania habrían ayudado a visibilizar el drama de la guerra, así como captando apoyos, poniendo a Rusia en una situación internacional delicada. Algo que se vería ensombrecido con el destapo de corrupción de altos cargos del gobierno ucraniano.


Por otro lado, la incapacidad del mando ruso de contrarrestar la contraofensiva ucraniana, alimentada del empujón de Occidente en forma de ayuda militar y económica hace que tomen una estrategia defensiva, en torno a las líneas ya alcanzadas, de modo que se abandona la posición Jersón. A ello se ultima una nueva movilización que pretende reorganizar el plan de campaña, así como ver las posibles resoluciones. La rabia de la incapacidad militar se deja notar con una ola de destrucción de infraestructuras, a puertas del invierno, con el objetivo de desestabilizar y debilitar la voluntad de lucha de los ucranianos, poniendo difícil la capacidad de vida y la reconstrucción y reorganización; induciéndoles a enfrentarse en una mesa de diálogo con inferiores condiciones.


Una escalada más en la guerra podría haberse sucedido tras las fugas de gas del Nord Stream de 2022, donde lo que pareció un acto de terrorismo estatal hizo que se crearan una serie de explosiones y fugas en los gaseoductos que conectan Alemania con Rusia a través del Mar Báltico. El supuesto sabotaje, aún en entre dicho, se sucedió por una serie de acusaciones entre Rusia, la OTAN y EE. UU., que hicieron que el reloj del apocalipsis se acercase a la medianoche. Si bien, las últimas noticias que han inestabilizado más la situación van en torno a la acusación de Seymour Hersh, que dice tener pruebas de que el plan fue ideado por EE. UU. y Noruega, durante unas maniobras de la OTAN en verano.


Fase 4: el nuevo rumbo


El nuevo rumbo de la guerra se describe por el estancamiento de los frentes. Ambos bandos sumidos por el desgaste propio de un año de conflicto, ven diezmadas sus fuerzas por el gélido invierno del Este europeo. La lógica defensiva y de reagrupamiento que están siguiendo ambos se contrasta con las diferentes escaramuzas alrededor del frente y la contraofensiva ucraniana.


Esta nueva fase tendrá como punto primordial para Ucrania un nuevo envío de equipamiento militar, armamentístico y de munición. Cabe resaltar que la petición de Zelenski de Misiles balísticos de larga distancia y cazas de última generación no va a ser saciada, pero sí el envío de tanques de tipo LEOPARD II de fabricación alemana. Parece ser que no todos los socios europeos estarían de acuerdo con el envío de este tipo de armamento.


El conflicto planteado por Moscú pretende desenvolverse hacia una guerra larga, sin voluntad para el cese de hostilidades y bajo el ideal de triunfalismo ante la guerra. Rusia percibe esta guerra como algo existencial.

Tras un año de guerra, los arsenales europeos están secos, o así lo asegura el Secretario General de la OTAN, que ha afirmado que Ucrania está utilizando mucha más munición de la que es capaz de producir la alianza atlántica. Esto deja a entrever con la llamada a incorporar una economía de guerra en los estados miembros, a pesar de no estar participando directamente en la guerra. Sin embargo, puede suceder un debilitamiento de la alianza, en términos de un sentimiento de que se esté desmilitarizando a los estados miembros por el envío masivo; algo que podría deshacerse por lo que sí parece haber un acuerdo primordial entre los socios occidentales de que se debe de reforzar el sistema antimisiles y aumentar el PIB en defensa. Sin duda, un desgaste productivo, económico, militar y social de los países occidentales, que se están viendo llevados hacia la guerra.


La negociación de una paz en Ucrania aún queda muy lejos. Las pretensiones de los dos bandos parecen ser irreconciliables, desde la neutralidad, desmilitarización… Tanto en el corto como medio plazo, la diplomacia parece haberse disipado. Por un lado, el conflicto planteado por Moscú pretende desenvolverse hacia una guerra larga, sin voluntad para el cese de hostilidades, bajo el ideal de triunfalismo ante la guerra. Por otro lado, Kiev se posiciona bajo la negativa de ceder, aunque sea una mínima parte de su territorio y cree por tanto en su victoria.


Sería lógico pensar que Rusia tratará de poner todos los recursos a su alcance para asegurar su victoria, ya que percibe esta guerra como algo existencial. Con ello nos referimos a más movilizaciones, llamamientos a reservistas a la lucha, la instalación de una economía de guerra… El lado ucraniano contaría con el fervor nacionalista, un prolongado apoyo occidental y la resistencia de su sociedad civil para poder conseguir la victoria. algo que puede ser catastrófico, en una guerra larga, donde los apoyos poco a poco vayan cesando.


La cuestión primordial para Occidente será decidir hasta que punto tiene que tomar cartas en el asunto para que exista una derrota rusa. Obviamente, una intervención directa queda totalmente descartada, por ahora, parece ser que la intención es continuar apoyando a Kiev y seguir desgastando a Moscú, pero eso supone asumir unos altos costes económicos y productivos.


Habría que juzgar por tanto hasta qué punto EE. UU. estaría interesado en seguir enredado al conflicto, especialmente tras los últimos altercados con China, el mantenimiento de su hegemonía en el Pacífico y el creciente rechazo de los líderes europeos a una dependencia económica y militar estadounidense.


Podríamos fantasear e imaginar una irresolubilidad perpetua del conflicto, por la que o bien uno de los dos bandos de la guerra colapse o que no haya una victoria decisiva ni de Ucrania ni de Rusia, tal vez un próximo cese de hostilidades, un alto al fuego que venga determinado por una delimitación de una frontera al estilo Corea, entre los Oblast separatistas y la propia Ucrania.




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