top of page
  • Leire Marián Molina

Boceto de un trastorno de la conducta alimentaria

Actualizado: 6 nov 2022

TCA. Trastornos de la Conducta Alimentaria. Inmediatamente pensamos en anorexia, quizá también en bulimia. Pensamos en chicas extremadamente flacas, dejando de comer, provocándose el vómito por miedo a ganar peso. La realidad, no obstante, es más complicada y así como no hay dos personas iguales, no hay dos TCA idénticos. Una joven nos cuenta cómo vivió ella su trastorno y el proceso hacia su superación. Debido a su petición de permanecer en el anonimato y a efectos prácticos nos referiremos a ella como María.


Leire Marián Molina*,

01/12/2021, Madrid


Tras una etapa de depresión y con los agobios añadidos de Bachillerato, María empezó a comer peor y en su último año de instituto se vio con más peso de lo normal, por lo que acudió a una dietista. Siguiendo las recomendaciones, adelgazó, que le dijesen cada semana cuánto había perdido la llenaba de satisfacción, siendo la única parte de su vida en la que sentía que podía tener el control. Se “enganchó” a adelgazar, pronto, la comida estipulada por la dietista le pareció demasiada cantidad y fue reduciéndola.

María tuvo anorexia, también bulimia; define los TCA como un espectro, más que categorías separadas, en un extremo estaría la anorexia, el control máximo sobre lo que se come y en el otro, el trastorno por atracón, el descontrol absoluto (que, oficialmente no está reconocido como TCA sino como Trastorno Alimentario No Especificado o TANE). Era consciente de lo que estaba haciendo y, asociando vómito con sufrir uno de estos trastornos, empezó a masticar y escupir la comida, sin tragar, comportamiento menos conocido, pero dentro de los TCA o TANE, con efectos parecidos a los de la bulimia.

A menudo se habla de “una voz” que te dice que estás gorda y de una visión distorsionada del propio cuerpo, pero esto se puede malinterpretar. La “voz” no es algo exterior y la dismorfia corporal no consiste en verse como en un espejo de feria. María explica esta situación diciendo que era como si tuviese dos personalidades, una “sana” y otra “enferma”, ambas luchando por el control, la primera asustada. Por otro lado, compara lo que le pasó con una adicción, cuando no comía, sufría algo similar a un síndrome de abstinencia, no podía pensar nada más que en comer, no era ella misma, caía entonces en atracones que no la saciaban. En cuanto a la percepción de su cuerpo era eso, percepción, ella se sentía grande; no puede explicar lo que veía cuando se miraba en el espejo porque no tiene manera de saber lo que debería haber visto. En el médico le daban una cinta y tenía que dibujar cómo creía que era la circunferencia de su muslo, evidentemente había mucha diferencia entre lo que pensaba y la realidad y aprendió a no fiarse de sí misma.


"Sentía que tenía dos personalidades, una era la que me decía que si no comía me iba a poner mal, a esa parte le daba miedo lo que me podía pasar, pero era la otra, la parte "enferma" la que prevalecía, esa que controlaba las calorías que tomaba."

Nadie del entorno de María se dio cuenta de su problema, lo que atribuye al desconocimiento general de los TCA y al peligro de no hablar de ellos. Fue ella la que al final contó lo que le pasaba, cuando no pudo más. En vez de limitarse a decir la verdad a su familia o círculo más cercano decidió compartirla con todos los de su entorno, no quería tener nada que ocultar. Aunque percibe que alguno, aun día de hoy no lo ha aceptado, nadie la trató diferente después de aquello.

María no tuvo que enfrentarse al estigma en nadie más que en sí misma. Se decía, ¿cómo voy a decir que tengo bulimia si no estoy tan flaca? Porque a ella no se le notaban los huesos. Ahora reflexiona que un TCA no está asociado necesariamente a la delgadez extrema. De hecho, un trastorno por atracón puede desembocar en obesidad. Por otro lado, nadie la acusó de haberse creado un problema, pero ella misma se consideraba “tonta” por dejar que eso le pasara, se sentía decepcionada consigo misma por lo que creía que era falta de voluntad, cayendo en uno de los mitos de los TCA: pensar que estos son una decisión.

El desconocimiento de los TCA no se limita a los síntomas, sino que hay mucho, quizá incluso más, en cuanto a las consecuencias. Hemos dicho que la delgadez extrema no siempre se manifiesta y este es, precisamente, el principal rasgo asociado a los trastornos de conducta alimentaria. Nadie piensa en caída del pelo, ojeras, tono amarillento de la piel, uñas débiles, problemas de memoria, recogimiento de los músculos… Todos, problemas que María sufrió. También cuenta los daños en la boca del estómago debido a los ácidos del vómito, que perjudican además el esófago y los dientes.

En el ámbito social, un trastorno así te aísla, empiezas a cancelar planes que tengan que ver con tomar algo, a mentir y a alejar a la gente, sobre todo a la que intente ayudar o “entrometerse”. Te vuelve más irascible e irritable. María, que en su peor etapa vivía lejos de casa y compartía habitación, está segura de que su problema hizo imposible la convivencia con su compañera y la posibilidad de estrechar lazos con ella. Aparte, estaba sumida en un estado de continua tristeza; como anécdota relata que tras unas clases de interpretación le preguntaron por su capacidad para llorar espontáneamente y de forma tan realista y ella, sin pensarlo, respondió la verdad: que no había truco, que siempre estaba triste. El trastorno llenaba su vida, todos sus estados anímicos se relacionaban con él y sus pensamientos eran monotemáticos, era como si su personalidad hubiese quedado sepultada y tras curarse la redescubriese de nuevo.


"No creo que puedas ser feliz mientras tengas un TCA porque tal y como te ves a ti misma y te tratas es una tortura. Por muy triunfadora que seas no puedes estar bien, tu enemigo está en tu cabeza y eso te consume. Si te estas torturando pues no puedes estar bien por muy triunfadora que seas, tu enemigo está en tu cabeza. Sin embargo, se puede volver a una situación de normalidad, se puede solucionar, no es algo crónico sino algo que hay que tratar cuanto antes y para ello la mejor opción es acudir a un psicólogo."

​María habla maravillas de la terapia, para ella fue un alivio tener a alguien que la escuchara. Mientras sufrió el trastorno no conoció a nadie en su misma situación, lo que la hizo sentir más sola. Por eso y por su voluntad de no ocultar su trastorno como si de algo malo se tratase, tomó la firme decisión de hablar siempre y abiertamente de lo que le había pasado. Sentía que, de otra manera, no podría tener relaciones profundas con la gente que la rodeaba, sincerarse le permitió esa conexión que anhelaba e hizo que muchos otros se acercaran a pedirle consejo. María sostiene que si se hablase más de los TCA, si se conociesen mejor, se podrían reconocer antes, acortando el período de curación. Se queja además de que solo se les considere problemas cuando han llegado a su grado máximo; “si a mí me viesen un pequeño bulto enseguida me harían pruebas, no esperarían a que fuese un cáncer terminal” razona.

Actualmente María tiene una relación normal con la comida, sostiene que un TCA se puede curar, no es simplemente algo con lo que se aprende a vivir. Si bien es cierto que cuando tiene el ánimo más bajo y está más vulnerable puede pensar en hábitos anteriores, gracias a la terapia tiene herramientas para no volver a caer en ellos. El trastorno le marcó, pero no de forma negativa, lo que vivió la ayudó a conocerse mejor a sí misma y madurar.

Por último, le preguntamos a María si, en su opinión, un trastorno de conducta alimentaria es algo que uno mismo puede crearse. Debido a su propia experiencia, apunta a los peligros de hacer una dieta y relacionar el adelgazamiento con el hecho de estar sano. La razón para perder peso no debe ser nunca el odio al propio cuerpo, “te seguirás odiando cuando adelgaces”. Para ella, lo que hacemos con la comida es reflejo del trato a uno mismo.


“No se puede hacer nada desde el odio”
 

*Leire Marián es, a fecha del artículo, estudiante de cuarto año de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la UC3M. Escritora, le apasiona contar historias.

26 visualizaciones

Comentários


bottom of page