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  • Foto del escritorIrene Merayo Alba

Cómo ser hipócritas, aun en pandemia, nos sigue haciendo humanos

Irene Merayo Alba,

Getafe, 09/02/2021


La Real Academia Española define hipocresía como el “fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”. Somos muchos los que recurrimos a este término en discusiones o enfrentamientos. Mirar a los ojos a alguien y decir “eres un hipócrita”... suena bien, tiene poderío. Argumento de autoridad. En tiempos de pandemia -nuestros tiempos ya y sospecho que por mucho tiempo- se ha utilizado en innumerables ocasiones esta palabra. Ya sea entre políticos que se tiran los trastos a la cabeza o para referirte a tu vecino el que siempre se deja la nariz por fuera de la mascarilla. ¿Por qué ninguno de nosotros podemos evitar ser algo hipócritas?


El problema empieza cuando de un día para otro, hace ya casi un año, pretendimos cambiar la configuración base de nuestros cerebros, como si ello fuera de algún modo fácil. Y es que que se te acerque ese amigo que hace tanto que no ves y no puedas, o no debas, darle un buen abrazo ahora se siente casi una traición. Justo ahí es que se forma un batiburrillo de brazos y gestos en que te replanteas hasta si la salud está sobrevalorada. Hombre, por favor, que un amigo no se le hacen esos feos. Es por eso y por tantas otras cosas que defiendo que todos y cada uno de los presentes somos unos hipócritas, pero es precisamente eso lo que nos hace personas y nos separa de un robot que hubiese sabido qué hacer al instante.


Por la parte que me toca, los más jóvenes no estamos exentos de este calificativo. La presión añadida de estar viviendo el peor momento en nuestros mejores años nos hace a veces tomar decisiones totalmente irresponsables. Además de esto, el ‘qué dirán’: nuestros amigos, nuestros compañeros de clase… si no vamos a esa fiesta o si decidimos no apuntarnos a un plan porque no los creemos seguro. El otro día leía un hilo en Twitter en que una chica decía: “Antes de que todo esto pasara estaba convencida de que el secreto de la felicidad en épocas de bajón [...] estaba en tener un planazo a corto plazo que te motivara a continuar día a día [...] y ahora que esta enfermedad del demonio nos ha arrebatado la posibilidad de hacerlos, entiendo muchísimo la cantidad de problemas de salud mental que estamos teniendo los jóvenes. Estoy cansada de escuchar que solo nos importa la fiesta, no tiene nada que ver con eso. Era el hecho de tener el alivio mental y la motivación para pasar por esos malos momentos de la mejor manera posible sabiendo que luego ibas a tener ese capricho o esa recompensa. [...] las ganas de pelear por un objetivo, el desahogo de superar tus malos momentos con buena compañía y unas copitas para hablar de los problemas del día a día, los momentos de evasión mental por las noches pensando en el partido que tienes con tu equipo del barrio el finde [...]”. Además de todo esto, a veces incluso puede parecer que los estudiantes necesitamos algo por lo que pelear, y si no lo hay, pues nos lo inventamos. Si los exámenes finales se hacen online, mal. Pero es que si se hacen presenciales, mal también. Simplemente hipocresía.


Si supiésemos adaptarnos a cada momento sin pensarlo, no seríamos nosotros. Dudar, temer y meter la pata nos sigue haciendo humanos. Seguimos sin saber qué hacer, pero seguimos siendo un poco nosotros, un poco hipócritas.

 

*Irene Merayo Alba es de El Bierzo, en León. A fecha del artículo, es estudiante de segundo año de Periodismo y Comunicación Audiovisual bilingüe en la Universidad Carlos III de Madrid, así como redactora en la sección de Sociedad de la Asociación de la Prensa de la misma universidad.

Twitter: @irenemerayo

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