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  • Myriam Esteban Espina

Joan Salter: “Me irrita que romanticen a los supervivientes del Holocausto”

Actualizado: 18 feb 2023

La superviviente del Holocausto Joan Salter investigó sobre el pasado de su familia y el suyo propio después de haber cumplido 40 años.


Myriam Esteban Espina

Madrid 08/02/2023

 

Joan Salter es hija de judíos polacos que emigraron de Francia a Bélgica a finales de 1939 con la esperanza de no caer en manos de los alemanes. Tras la invasión alemana de Bélgica en mayo de 1940, el padre de Joan, Jakob, fue deportado. Por su parte, su madre, Bronia, viajó con las dos hermanas hasta territorio español, donde fue encarcelada en la prisión de Figueres.


El gobierno de Vichy concedió un salvoconducto para los hijos de padres polacos. En junio de 1943, en el puerto neutral de Lisboa, Joan montó en un barco que la llevaría a América y a su nueva vida, donde el Dr. y la Sra. Farell se convirtieron en sus padres adoptivos. El 27 de enero fue la fecha escogida en 2005 por las Naciones Unidas para declarar el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, aludiendo a la liberación de Auschwitz.

Retrato de la pequeña Joan Salter | Fuente: Holocaust Memorial Day
¿En qué momento de su vida fue consciente de que su familia había sido víctima del horror Nazi y del Holocausto?

Tenía 3 años cuando me separaron de mis padres y una familia norteamericana me adoptó. “Mi pasado se olvidó: mi nombre y mi idioma fueron cambiados”. El Holocausto era un tema sobre el que no se hablaba en aquellos años. El único conocimiento que tenía sobre la Segunda Guerra Mundial era el que me habían enseñado en el colegio porque claro, “América había ganado la guerra”, pero no era algo que relevante para mí. Sin embargo, un día, cuando tenía cuatro años y medio, al volver a casa del colegio, el que yo creía que era mi padre me dijo que era adoptada, que mis padres habían estado involucrados en la guerra (nadie utilizaba la palabra Holocausto) y que habían sobrevivido y estaban viviendo en Inglaterra.


Yo no entendía nada, pero unas semanas después estaba sentada en un avión de camino a Inglaterra. Mi único motivo para estar contenta era ir en avión, ya que en aquella época (1947) era algo muy poco habitual. Lo primero que pensé fue: “voy, los conozco y al volver a América les cuento a todos mis amigos que he viajado en avión”. Cuando aterricé “me estaban esperando unas personas que no conocía de nada, y le expliqué a mi padre americano que obviamente debía de ser un error”. Para mí el principio fue una “pesadilla”. Nos costaba mucho comunicarnos, ya que yo había olvidado completamente mi francés y mi madre casi no sabía hablar inglés. Tenía siete años y medio cuando me “reencontré y conocí a mis padres”.


Nadie hablaba nada del Holocausto, era algo "vergonzoso". Las historias que me contaban ambas familias no coincidían [...] había algo que desentonaba con la narrativa general.

Decidió investigar sobre su pasado y el pasado de tu familia siendo adulta, ¿no le dio miedo empezar esa búsqueda por lo que pudiese encontrar?

Mi motivación para investigar acerca de mi pasado fue porque vine a Inglaterra a la edad de 7 y estuve aquí un par de años. Después, iba y venía entre las dos familias. Nadie hablaba del Holocausto, era algo “vergonzoso”. Las historias que me contaban ambas familias no coincidían. Me habían contado que mi padre saltó del tren y regresó a París, pero había algo que desentonaba con la narrativa general. A principios de la década de 1980, regresé a América porque mi padre adoptivo falleció. Justo entonces había una conferencia de supervivientes del Holocausto en Filadelfia y decidí ir. “Fue como adentrarse en otro planeta”. La gente hablaba de su experiencia y después me empezaron a preguntar por la mía.


"Bueno, tú eras una niña, no te afectó mucho"

No obstante, aunque en esos años esta cuestión era algo más popular, lo cierto es que solo se consideraban supervivientes a los supervivientes de los campos. De hecho, la imagen que se tiene de ellos es de supervivientes de campos de concentración. “Entonces, ¿qué pasaba con el resto de nosotros?” Incluso, años después, me han llegado a decir: “bueno, tú eras una niña, no te afectó mucho”. Todo esto me hizo querer buscar y descubrir la verdad de mi pasado, por lo que investigué sobre lo que había ocurrido en Francia.


Sus padres sobrevivieron y emigraron a Reino Unido. ¿Tuvieron dificultades para comenzar de nuevo su vida? ¿Recibieron un trato distinto por ser supervivientes del Holocausto?

Sí que se encontraron con dificultades una vez terminada la guerra. Por las fotos que he visto, mis padres tenían una buena vida. Mi padre era un hombre de negocios, mi madre vestía muy a la moda y frecuentaban restaurantes en París. Pero después de la guerra, lo perdieron todo, incluso a sus familias, solo una hermana de mi padre sobrevivió. Y creo que “lo más grande que perdió mi padre fue su orgullo”. Vivíamos en las peores circunstancias en dos habitaciones. Además, Londres era una ciudad destrozada por los bombardeos.


Mi padre comenzó a trabajar en un taller haciendo ropa. Antes de la guerra, mis abuelos paternos tenían un taller en Polonia, por lo que mi padre solía copiar la moda parisina, la confeccionaba en Polonia y después la traía de vuelta para venderla. En cuanto al trato que recibimos sí que fue distinto. Antes de la guerra, mis padres estaban muy integrados, tanto con judíos como con no judíos; después, solo crearon vínculos con judíos polacos. Pero este trato diferente existía, incluso, dentro de la comunidad judía. Había mucha "actitud anti-este, particularmente en este país, -Reino Unido-".


Y respecto a usted, ¿ha notado un trato distinto después de hacer público que fue víctima del Holocausto?

Mucha gente está interesada en mí porque soy una superviviente del Holocausto (profesores, doctorados, etc.), pero en otros ambientes nadie sabe quién soy. Además, mi acento es americano. Aunque hay algo que sí que me gustaría añadir y con lo que no estoy totalmente “cómoda”: algunas de las organizaciones que nos mandan como oradores a escuelas tienden a “estereotipar a los supervivientes como héroes. Los romantizan. Es algo que no me gusta nada de nada”. Alguna vez que he ido a alguna escuela a hablar el profesor dice: “«Oh, sois muy afortunados de ver una charla de una superviviente», es como cuando vas al zoo y te dicen «oh, mira, eres muy afortunado de ver un mono». Es algo que me irrita mucho”.


Siempre ha habido antisemitismo. A mayor educación sobre el Holocausto, menor será el antisemitismo.

¿Cree que mantener el contacto con otros supervivientes es beneficioso?

“Estar con gente que te entiende es muy importante”. No fue hasta finales de los 80 cuando me uní a un grupo de supervivientes del Holocausto. Antes de eso, aunque estaba interesada, “no me había autodefinido como superviviente”. Mi vida era normal, mis vecinos no conocían mi pasado. Fui a un par de reuniones y fue la primera vez que hablábamos entre nosotros “en el mismo lenguaje emocional”. Existían jerarquías dentro de la comunidad de superviviente; por ejemplo, en función de en qué campo habías estado. Pero esta vez no importaba cuál había sido tu experiencia o a qué campo habías sido enviado.


Hace unos meses el rapero Kanye West realizó una serie de comentarios antisemitas. ¿Cree que las nuevas generaciones se están olvidando de lo que supuso el Holocausto?

“El Holocausto fue creado mediante el antisemitismo, pero para el mundo exterior, esta conexión no es tan automática. Siempre ha habido antisemitismo”. Para mí, lo más importante es estar integrado en la comunidad local. Cuando trabajaba, mucha gente no sabía que era judía, y mucho menos, superviviente. Pero esta situación empeora con las redes sociales. El principal problema con Kanye West es que tiene “mucha influencia sobre las nuevas generaciones”. Es muy preocupante cómo está creciendo el antisemitismo. Creo que, a mayor educación sobre el Holocausto, menor será el antisemitismo.


En relación con la pregunta anterior, ¿cree que actualmente en las escuelas se está impartiendo un correcto conocimiento acerca del Holocausto o debería cambiar la manera de enseñarlo?

He estado involucrada en la educación del Holocausto durante 14 años y he participado en diferentes programas. Por ejemplo, hay un programa online que está muy bien ya que tiene toda la información, pero, “¿si la gente joven lo consulta? Eso ya no lo sé”.


"Bueno, no pasa nada porque seas adoptada"

Experiencias como las de los supervivientes de los campos no son muy “apropiadas” para niños muy pequeños. Alrededor de los 8 años comenzamos a hablar sobre estos temas. Mi historia es “más adecuada”, ya que es la historia de una niña que la separan de su familia. Quizá el hecho más angustioso es que perdí a toda mi familia, excepto a una tía, o que desconozca el nombre de los hermanos de mi madre porque es algo muy duro para ella recordar. No obstante, siempre después de estas charlas, hay algún que otro niño que se me acerca y me dice: “Bueno, no pasa nada porque seas adoptada”. Los niños se quedan con aquello con lo que se sienten más identificados.


Sin embargo, lo importante no es la charla en sí, sino lo que haga el profesor después de la misma. Hay ciertas organizaciones en Inglaterra que crean programas donde enseñan a los profesores cómo tratar dichos temas. El problema radica en que cuando voy a alguna charla, ellos han tenido un interés previo en invitarme, pero… “¿qué pasa con los que no?”. Asimismo, hay muchas instituciones que se sienten incómodas con supervivientes con acentos muy marcados y los acaban echando. Por tanto, el problema está en cómo enseñamos y cómo hacemos que la gente entienda las realidades del Holocausto.


En un mundo de sobreinformación y desinformación, es esencial que las nuevas generaciones se formen en unas bases fuertes. El “no debemos olvidar y no olvidaremos” que mencionaba la presidenta del Bundestag alemán, Bärbel Bas, no ocurrirá sin una fuerte y neutra educación.



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