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  • Lucía Rivero Martínez

Las palabras son un arma y las marcas las convierten en mortales

Actualizado: 6 nov 2022

Lucía Rivero Martínez,

Madrid, 29/04/2021


La moda ha dejado de ser una elección. Expresarse a través de ella parece haberse convertido en una norma dictatorial si se pretende encajar dentro de un grupo. Ya hace tiempo que la opinión se ha convertido en un arma que cualquiera es capaz de manejar y de la que muy pocos conocen sus devastadoras consecuencias. Pero opinar y generar opinión en los demás es adictivo, sobre todo lo segundo; y a falta de palabras y un megáfono, elegimos un estampado con el que gritar y un parche en un roto con el que silenciar a los demás. Nos gusta opinar pero no escuchar.


No creo que sea del todo culpa nuestra; la culpa siempre está dividida en estos casos. Vivimos en un sistema politizado, en el que a cada pensamiento que se cruza por nuestra cabeza le corresponde una posición política. Las marcas se han aprovechado de ello. Quizá aprovechar no sea la palabra adecuada ya que generalizar es superficial, pero soy incapaz de pensar que no existe una estrategia de marketing detrás.


La liberación de la mujer no se consigue con una sudadera en la que se lea “abolición del patriarcado”, los derechos del colectivo LGTBI no se alcanzan con un parche de #loveislove, porque ni siquiera se transmite el verdadero mensaje que reivindica este colectivo. El racismo no se combate una vez al año con un hashtag que se volvió viral en las redes sociales y que ahora se puede encontrar en carcasas de teléfonos móviles. Dejemos de luchar a través del capitalismo y hagámoslo con nuestra voz y la representación.


Nos bombardean con mensajes en las redes sociales sobre quererse a uno mismo, pero las marcas siguen teniendo como imagen a personas que entran dentro de lo normativo y establecido como canónico, y cuando deciden promocionar un producto a través de una persona cuyo cuerpo se sale de lo establecido socialmente, causa revuelo. Afortunadamente, dicho revuelo es positivo y cada vez son más las personas que abogan por una publicidad inclusiva que muestre la diversidad de cuerpos, identidad de género, raza o sexualidad.


No obstante, incluso cuando las marcas tratan de mostrar la diversidad de cuerpos, numerosas de ellas disimulan dicha diversidad. Que las modelos curvy lleven prendas de ropa puestas de distinta manera con el objetivo de disimular aquello que las hace diferente, no promueve la diversidad de cuerpos, de hecho la limita y puede llegar a calar el mensaje equivocado. Lo bonito está en lo diferente pero las marcas lo reprimen. Gracias a la iniciativa de algunas personas de renombre, como puede ser Rihanna, quien sacó una colección de ropa interior en la que todas las modelos, independientemente de su peso, llevaban los mismos conjuntos; llegará un momento en el que la diversidad no sea algo que haya que reivindicar porque lo trataremos como normal.


El diseñador Kerby Jean-Raymond acompañó sus colecciones con imágenes y vídeos que muestran escenas de violencia policial contra la población negra; y las modelos de dicha colección eran negras o mestizas y sus zapatos parecen estar salpicados de sangre. Este es un ejemplo de reivindicación contra el racismo más allá de un hashtag y una foto en redes sociales que ha terminado convirtiéndose en un producto. ¿Por qué nadie se atreve a luchar? Por miedo, porque las minorías invisibles sí que existen y suponen ser un cambio. Los cambios puede asustar, y más en una sociedad aparentemente tan tradicional como la nuestra, pero son necesarios porque, cada persona, es necesaria.


Representación es lo que la sociedad necesita para comprender que cualquier persona es válida y no lanzar opiniones de odio. Pues, como he dicho, todos opinamos sin saber qué alcance llega a tener en la otra persona nuestras palabras. Cada palabra puede llegar a ser mortal.


Necesitamos a personas que llenen cada pensamiento de vida y marcas que se impliquen en cambiar una sociedad que necesita una referencia para coger impulso y luchar por lo que piensa. Somos válidos y llegará un momento en el que nos queramos así.

 

*Lucía Rivero es, a fecha del artículo, estudiante de primer curso del Doble Grado de Periodismo y Humanidades en la UC3M. Es una gran apasionada de las letras y compagina la escritura con su cuenta de Instagram (@librosrizados_) en la que habla de literatura.

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