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  • Jayro Sánchez López

Muere Rafael Gómez Nieto, el último superviviente de los españoles que liberaron París

Actualizado: 9 nov 2020

El mítico excombatiente del Ejército Popular Republicano y de las Fuerzas Francesas Libres (FFL) falleció el 31 de marzo a causa del COVID-19


Jayro Sánchez

13/04/2020


Rafael Gómez Nieto, el último superviviente de los 146 exiliados republicanos españoles que formaron la vanguardia libertadora de París la noche del 24 de agosto de 1944, murió este 31 de marzo en Estrasburgo (Francia) con 99 años, después de contraer el COVID-19.



Rafael Gómez Nieto, último superviviente de la vanguardia republicana liberadora de París
Rafael Gómez en un acto de homenaje a los combatientes de "La Nueve"

El señor Gómez, que residía en el municipio estrasburgués de Lingolsheim, ingresó en el hospital una semana antes de su defunción. Su familia ya había sido advertida de que el final estaba próximo, pues los médicos no creían posible el restablecimiento de una persona de edad tan avanzada.

“No se ha podido recuperar. Tenía los pulmones infectados, y se ha ido esta noche” confirmó su hijo, Jean Paul Gómez, al diario andaluz Ideal esa misma mañana. Este también mencionó el dolor de los parientes del fallecido, comparable al de otras muchas familias españolas y francesas.


De España a Orán


El futuro liberador de París nació en el seno de una familia republicana, residente en la localidad de Adra (Almería), en 1921, pero sus padres emigraron a Cádiz, y después a Badalona, durante su infancia. Vivía en esta última ciudad cuando parte del Ejército español se sublevó contra el Gobierno republicano izquierdista de Santiago Casares Quiroga en julio de 1936. Tenía 16 años, y quería ser carabinero, como su padre. Aún estaba entrenándose como tal cuando llamaron a filas a su quinta, conocida como la “leva del Biberón” por la juvenil edad de sus miembros, en abril de 1938. Lo integraron como carabinero ciclista en el Ministerio de Hacienda, donde estuvo destinado hasta el final de la Guerra Civil española, la cual se inició a raíz del golpe anteriormente mencionado. Su unidad se retiró hacia la frontera hispanofrancesa junto a los restos del ejército republicano derrotado en la batalla del Ebro, una última y desesperada ofensiva realizada por las fuerzas leales al Gobierno para intentar revertir la inminente victoria de los militares sublevados.


Ya en Francia, él y sus compañeros fueron desarmados y conducidos a un campo de internamiento para refugiados en Saint Cyprien. Su relato sobre las condiciones de vida en aquel lugar, plasmado en un libro (La Nueve: los españoles que liberaron París) de la periodista Evelyn Mesquida, es espeluznante: “Íbamos descalzos, bebíamos agua sucia y jabonosa, sacada del mismo lugar donde nos lavábamos. Cuando bebíamos nos salían pompas de jabón por la boca... Nos daban muy poca comida, un pan para diez personas y de vez en cuando patatas con un poco de carne y huesos hervidos.”.


Tras varias semanas, don Rafael consiguió localizar a su padre, que estaba en el campo de internamiento de Argelès-sur-Mer, a través de un tío que vivía en Orán (Argelia francesa). Más tarde, trasladarían a su progenitor al campo de Saint Cyprien, y su citado hermano conseguiría que los franceses lo liberaran y le dieran permiso para embarcar hacia el norte de África. El hijo partiría con él gracias a unos documentos falsificados que le identificaban como un tercer hermano de los Gómez.


A pesar de que pudieron reunirse con toda su familia en Orán, la vida tampoco fue fácil para ellos en el continente africano. Durante los primeros meses de su estancia no encontraron trabajo, y, además, tenían que presentarse ante la policía colonial francesa semanalmente. Finalmente, Gómez hijo pudo conseguir un puesto en una fábrica de zapatos, donde trabajaría como aprendiz hasta finales de 1942.


La campaña africana y la guerra en Europa


Ejecutado con éxito el desembarco angloamericano en la costa noroccidental africana en noviembre de 1942, el señor Gómez dejó su trabajo en la fábrica de zapatos para enrolarse en los Cuerpos Francos de la Francia Libre, cuyo máximo dirigente era el general Charles de Gaulle. En ellos luchó contra los alemanes del Afrika Korps hasta mediados de mayo de 1943, cuando estos, tras ser acorralados en la ciudad de Túnez, se rindieron. “¿Qué puedo contar sobre la guerra? Se mata y se muere...Es algo horrible. Allí murieron muchos, muchos españoles” le dijo a la señora Mesquida cuando esta le preguntó por su participación en la campaña de Túnez.


Después de la victoria aliada en África, con tan solo 22 años, fue enrolado en la 2ª División Blindada del general Philippe Leclerc; en concreto, en la 9ª Compañía, que estaba formada mayoritariamente por exiliados anarquistas de la guerra española, pues de sus 160 hombres, 146 eran excombatientes del Ejército Popular Republicano español. Estos veteranos de la Guerra Civil española estuvieron en Temara (Marruecos) durante un periodo de entre cuatro y seis meses, donde se les organizó como unidad de choque porque tenían una gran experiencia como combatientes y sabían manejar con bastante destreza el moderno armamento norteamericano.


Pronto les enviaron a Pocklington (Inglaterra), desde donde partieron hacia Francia. A mediados de agosto de 1944, “La Nueve” conquistó la ciudad de Ecouché para las fuerzas aliadas, y la defendió heroicamente de los contraataques alemanes sufriendo varias bajas. Así lo contaba el señor Gómez: “En la batalla de Écouché, donde murieron varios españoles, y, entre ellos, el hermano de Pujol, es donde enfrentamos realmente a los alemanes. Antes habíamos tenido algunas escaramuzas con ellos, pero no los teníamos cerca. Allí estábamos, frente a frente. Estuvimos varios días rodeados por ellos, haciéndoles frente, día y noche. Una batalla muy dura. Ellos perdieron mucho más que nosotros.”.

La noche del 24 de agosto, “La Nueve” entraba en la capital francesa por la Puerta de Italia para tomar posiciones en torno al Ayuntamiento de París, cuya población civil se había rebelado contra los invasores alemanes de la Wehrmacht. El excarabinero almeriense conducía el último de los tanques de la compañía, al que sus ocupantes habían bautizado con el nombre de Guernica. Al día siguiente, el resto de la 2ª División Blindada de Leclerc entró por la Puerta de Orleáns, desde el oeste, y las fuerzas de choque españolas capturaron, después de duros combates, al Estado Mayor de la guarnición alemana. El 26 de agosto, cuando ya había cesado la lucha, el general De Gaulle desfiló victorioso por los Campos Elíseos, escoltado por los exiliados españoles y seguido de cerca por la ondeante bandera tricolor de la II República española.


El periplo de los libertadores de París no acabó en esa ciudad. Los españoles, con la esperanza de vencer en Europa para poder llevar la lucha a su país y deponer al dictador Franco, participaron en la toma de Estrasburgo a finales de noviembre de 1944, cruzaron el Rin y asaltaron el “Nido del Águila”, la residencia secundaria de Adolf Hitler en Alemania, en mayo de 1945. Don Rafael guardaba algunos recuerdos de esta última acción, según confesó al diario El Mundo: “una vajilla de plata y una cámara de los nazis”.


Héroe de la liberación

Alemania se rindió ante los Aliados el 7 de mayo de 1945, y Japón la secundó tres meses más tarde. A pesar de que los exiliados españoles habían jugado un relevante papel en la victoria, las democracias occidentales no les devolvieron el favor ayudando a derrocar al general Francisco Franco, quien gobernaba en toda España con mano de hierro desde el 1 de abril de 1939. De hecho, aunque el comandante del bando rebelde en la Guerra Civil española simpatizaba con los nazis alemanes y los fascistas italianos desde que estos le apoyaron diplomática y militarmente para derrocar al antiguo régimen republicano, y aunque tenían pruebas de que el dictador español había colaborado de forma secreta con las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial, solo le castigaron con leves sanciones hasta 1947. A partir de esa fecha, su feroz ideología anticomunista les serviría para garantizar su alianza contra la Unión Soviética de Iósif Stalin, en el contexto de la Guerra Fría.


Los republicanos españoles, desilusionados por lo que ellos veían como una traición, volvieron a sus hogares en el exilio o se enrolaron de nuevo en la Legión Francesa, que en los siguientes años combatiría en Indochina contra los nacionalistas del Viet Minh. El señor Gómez decidió volver a Orán para reunirse con su familia. Poco después de su regreso, pidió matrimonio a Florence López, una bella muchacha de ascendencia española con la que tuvo cuatro hijos (tres chicas y un chico). Recuperó su trabajo como zapatero, pero en 1957 las penurias económicas le obligaron a mudarse, junto con su familia, a Estrasburgo. Dejó de fabricar zapatos y entró a trabajar en una fábrica de Citroën, donde obtuvo diversos cargos hasta su retiro. Nunca se jactó de ser uno de los míticos hombres de “La Nueve”, y sólo a partir de la publicación del libro de Evelyn Mesquida, en 2004, la gente empezó a conocer su increíble historia.


Él y sus compañeros fueron ignorados por diversos gobiernos franceses y españoles durante décadas. El primer reconocimiento oficial por su labor lo emitiría el Gobierno francés en agosto de 2004, en el 60 aniversario de la liberación de París. En España, no se celebraría ningún acto de homenaje a “La Nueve” hasta abril de 2017, fecha en la que la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, asistió, junto con Anne Hidalgo, la alcaldesa de París, a la inauguración del “Parque de los Combatientes de La Nueve” en el barrio madrileño de Pueblo Nuevo. Esta última, al enterarse del fallecimiento de don Rafael, publicó un mensaje en su cuenta oficial de Twitter expresando sus condolencias a la familia del héroe.


“Rafael Gómez nos dejó y estoy muy triste por eso. Fue el último sobreviviente de La Nueve: estos héroes de la liberación, españoles, fueron los primeros en entrar en París. Fue un inmenso honor conocerlo. Mis pensamientos están con su familia y seres queridos”, afirmó la gobernante francesa.


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