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  • Lucía Aguilera Martínez

Perder la cabeza por la tarjeta perfecta

Actualizado: 18 feb 2023

Las innumerables marcas de americanas, corbatas, zapatos, gafas, cremas y equipos de música que se nombran en American Psycho no son casualidad. Si bien podemos no reconocer algunas debido a nuestra edad, sabemos que se trata de reconocidos logos extendidos por todo el planeta.


Lucía Aguilera Martínez

Madrid 08/02/2023

 

Y es que Patrick Bateman, o más bien, Bret Easton Ellis, nos describe con todo detalle el traje que llevan los ejecutivos de los años 80 y 90 de Nueva York, los restaurantes en los que cenan y sus pedidos, los clubes que frecuentan y la música que escuchan para páginas después desvelar los grotescos crímenes que Patrick comete cuando cae la noche. Los planea y ejecuta de forma repetida y los disfruta hasta la saciedad, y tan solo en ocasiones breves y contadas podemos ver algo de humanidad en él: una humanidad pura detrás del monstruo (humano o producto de él).


Fuente: eCartelera

“Y más tarde, mi macabra alegría se torna amargura y lloro por mí, incapaz de encontrar solaz en nada de esto, sollozando, gritando «Solo quiero ser amado», maldiciendo al mundo todo lo que me han enseñado: principios, distinciones, elecciones, moral, compromisos, conocimientos, unidad, oración… y todo ello estaba equivocado, carecía de propósito o finalidad. Todo ello se reducía a: morir o adaptarse. Me imagino mi propia cara sin expresión, la voz incorpórea que sale de su boca: «Estos son tiempos terribles»” (Easton Ellis, 1991).


Ese infierno distópico es el máximo placer al que aspirar. Es la idea de que merece la pena luchar por una vida vida vacía pero socialmente aceptable.

Lo que el libro muestra es una sociedad en la que no solo te vistes como los demás, vives en el mismo piso, trabajas en el mismo edificio, despacho y puesto y cenas lo mismo en restaurantes iguales, sino que también eres empujado y arrojado a la idea de que ese infierno distópico es el máximo placer al que aspirar. Es la idea de que merece la pena luchar por una vida vacía pero socialmente aceptable. Porque para los jefes y compañeros de Patrick, cualquier otra profesión o estilo de vida que se aleje del empresario rico y agresivo es un fracaso, tiempo malgastado y un hombre inútil en todos los aspectos.


Es por ello que Patrick reprime su verdadera personalidad, e incluso minimiza el papel de su familia en su vida y lo que recuerda de ella. Todo por ser quien debe ser, es decir, lo que la sociedad desea que sea. Y tras finalizar su jornada en Pierce & Pierce, dejar a Evelyn plantada, cenar en cualquier sitio menos el Dorsia y esnifar cocaína, recoge a una prostituta para asesinarla un par de páginas más tarde. Deja salir al monstruo que lleva dentro y que alimenta reprimiéndose.


Fuente: Teh Meme Wiki

Patrick libera de forma completamente insana sus frustraciones por tener que reprimirse. Comete crímenes de los que no se responsabiliza y por los que no sufre ninguna consecuencia, ya que cuando los confiesa en un último intento desesperado de encontrar una conexión humana, le hacen caso omiso y alaban su humor negro, entre otras razones que no desvelaré por si el lector no ha terminado la historia.


¿Nos volvemos locos por ser ligeramente distintos a quienes nos rodean mientras debemos mantener un nivel de similitud?

Patrick llega a frustrarse en una conversación con sus compañeros en la que muestran sus tarjetas de presentación casi idénticas, pero en las que encuentran diferencias mínimas que consideran abismales y dibujan las líneas entre ellos. El mensaje de American Psycho permanece en el aire y se vuelve cada vez más relevante en el contexto de globalización y constante exposición y conexión en el que nos encontramos. ¿Nos volvemos locos por ser ligeramente distintos a quienes nos rodean mientras debemos mantener un nivel de similitud? ¿Aunque lo único que cambia es la marca de nuestra chaqueta? ¿Reprimimos nuestra verdadera identidad para encajar? ¿Perdemos la cabeza por la tarjeta perfecta?



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