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  • Lucía Gómez Herranz

¡Sin mascarilla no te había reconocido!

Actualizado: 6 nov 2022

Llevamos más de 700 días sin vernos la cara de verdad. El pasado miércoles el Ministerio de Sanidad y las Comunidades Autónomas llegaron a un acuerdo: el próximo 19 de abril será el último día con mascarillas en los interiores de manera obligatoria.

Lucía Gómez Herranz*,

Móstoles, 07/04/2022




Carolina Darias: "Dado el contexto epidemiológico y la altísima inmunidad que tenemos en nuestro país llevaremos al próximo consejo de ministros del día 19 el real decreto en virtud del cual eliminaremos la mascarilla en los espacios interiores. (...) Era el momento por razones lógicas."

La ministra de Sanidad ha propuesto a las comunidades autónomas la retirada de mascarillas en interiores. Y es que la incidencia Covid-19 cada vez es menor, llegando a caer hasta los 426 casos entre los grupos más vulnerables, como pueden ser los mayores de 60 años. Por lo tanto, a partir del día 20 nos veremos la cara al descubierto (las excepciones serán hospitales, residencias y transporte público).

Y qué fuerte que lo hayamos normalizado. Que nos hayamos acostumbrado a sonreír con los ojos, a achinarlos exageradamente. A hacer muecas debajo de las mascarillas porque nadie nos ve. A combinarlas con nuestro outfit. Incluso a los granitos que aparecen en nuestra piel por su culpa. Que ya sea normal enfrentarte a una exposición o a una charla con un público que tiene la mitad de la cara tapada.


Dicen que, al no verlos, nuestro cerebro intenta recrear o imaginar cómo son los rostros de las personas que nos rodean. Está obligado a hacerlo, construyéndose pues una imagen de nuestra nariz, pómulos, boca, barbilla y mandíbula aunque nosotros no seamos conscientes.

Si nos paramos a pensarlo, es increíble que haya personas que conozcamos, pero no sabemos cómo es su cara (¡Y lo que cambiamos algunos sin mascarilla!). Dicen que las miradas hablan y, queramos o no, hemos tenido que aprender a la fuerza que es cierto durante estos dos años atrás, olvidando quizás que las sonrisas tienen algo que decir en esta disputa. Y qué triste que hubiese un momento en el que esta situación no parecía tener fin.

No es de extrañar que, el hecho de que en los centros educativos ya no vaya a ser obligatorio llevarla ha causado algún descontento. Principalmente porque da vergüenza entre los jóvenes que se les vea al descubierto. Nos hemos acostumbrado. Ahora no sabemos si queremos que nos vean así, tal cual somos, sin esa parte del cerebro intentando imaginar lo que no es visible.

Parece que se no sabemos lo que nos hemos perdido estos dos años. Lo que se siente cuando intentas hacer reír a alguien enfadado y vas viendo aparecer su sonrisa poco a poco. Lo que es elegir un pintalabios perfecto y ser consciente de que todo el mundo lo verá. Lo fácil que es dar besos y recibirlos. Lo que es ver cómo aparece una carcajada en la cara de otra persona. Los hoyuelos que salen cuando eso ocurre. Lo bonito que es recordar quiénes somos.

Menos mal que volveremos otra vez. Y, aunque parecía que esto nunca acabaría, poco a poco se ve un poquito de luz al final del túnel. Mientras tanto, y hasta que que la verdadera normalidad se asome del todo, solo nos queda dejar a nuestro cerebro imaginarla.

 

*Lucía Gómez es, a fecha del artículo, estudiante de tercer año de Humanidades en la UC3M, así como redactora de la Asociación de la Prensa de la universidad en el ámbito de Sociedad y Cultura.

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