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  • Samuel García Durá

Somos un poquito racistas

A Pepelu no le va a gustar este artículo [...], seguro que si me pilla, me mata: la culpa de que algunos aficionados marroquíes vayan a protagonizar altercados y episodios violentos la tenemos… ¡los españoles!


Samuel García Durá

Madrid 14/12/2022

 

El humo de las bengalas inunda la plaza; marroquíes jóvenes y no tan jóvenes, hombres casi todos, alborotan y celebran en la madrileña Puerta del Sol. Jalean y gritan cánticos, se abrazan y se felicitan. Ridiculizan a los adversarios (¡español el que no bote!), se ríen de ellos e insultan a los jugadores rivales (¡Pedri, maricón!) a la par que alaban la testosterona de los suyos (¡¡Olé tus huevos, Bono!!). Beberán unas cervezas, gritarán un poco más y se marcharán a casa. Luego quedarán los de siempre; los encapuchados, los del contenedor quemado y la pedrada en el escaparate, los de la pintada en la estatua y el retrovisor roto, pero también esos se marcharán a casa, o, con suerte, quizá alguno pase la noche en el calabozo.

Y si hubiera sido cualquier otro partido, cualquier otro “derbi” entre dos equipos con notable rivalidad, hasta ahí habría llegado la noticia. Al día siguiente, nos habríamos despertado con un par de noticias de incidentes la noche anterior y a la hora de comer, estaría todo el mundo demasiado ocupado elucubrando acerca de la siguiente jornada como para acordarse de cuál fue el resultado del día anterior. Pero, ¿qué pasa? Pues que han eliminado a la Selección, que no ha sido cualquiera, sino que ha sido Marruecos, y que somos un poquito racistas, que no pasa nada por decirlo, que de eso también se sale. Somos un poquito racistas porque en la mitad de los balcones de España hay un señor que por fin ha aprendido a grabar con el móvil y usa su nueva skill para grabar el resplandor rojo que sale de la plaza del barrio mientras niega con la cabeza.


“Mirar, 9 de la noche en Usera. Sí sí, que esto es Usera, no os penséis que es Bagdad ni nada deso. Mirarlos ahí, los moros estos”

Seguramente tenga un nombre compuesto como Josemi o Pepelu. Como es de las primeras veces que graba, Pepelu no se da cuenta de que el vigor de sus cervicales le aporta a su vídeo incriminatorio de “lo animales que son los moros” un entrañable vaivén. Mientras se emplea en su labor policíaca, incluye en su prueba documental algunos brillantes comentarios con los que pretende despertar las sonrisas de aprobación de sus amigos cuando les enseñe la grabación al día siguiente: “Mirar, 9 de la noche en Usera. Sí sí, que esto es Usera, no os penséis que es Bagdad ni nada deso. Mirarlos ahí, los moros estos”. Tras el comedido planteamiento del relato, incorpora una pausa dramática y grita desde su atalaya: “¡¡¡Irse ya a la mierdaaa, que mañana algunos tenemos que ir a trabajar, que a nosotros no nos dan la paguitaaa!!!”. Pepelu grita eso con un convencimiento que haría olvidar a cualquiera que mañana va a hacer puente. Pepelu, el mismo Pepelu que cada vez que su equipo gana un título orina en la fuente del barrio, le escupe en el casco a algún madero y grita “Forza Atleti campeón” hasta quedarse sin voz. Y eso ahora que ya está más fofillo y mayorcete, que cuando ganaron la liga en el 96, hizo cosas que no se pueden escribir en el periódico de la Universidad.


Somos un poquito racistas porque los incidentes derivados de los festejos de los marroquíes por la victoria de su selección serán, en el peor de los casos, equiparables a los altercados producidos por cualquier otra celebración futbolística subida de tono, pero estos nos van a fastidiar más. Pues sí, porque nos fastidia más que nos despierte un marroquí cantando que que lo haga un ultra del Madrid, o un loco del United. Porque los escaparates que rompen los marroquíes cuestan mucho más de arreglar que los que rompen los españoles, y porque, como todo el mundo sabe, los grafitis en árabe son mucho más feos que un "¡Puta barsa!" bien pintado. Pues eso, que todas estas cosas nos pasan porque somos un poquito racistas.


A Pepelu no le va a gustar este artículo porque me he metido mucho con él, pero si lee esto que voy a poner ahora, seguro que si me pilla, me mata: la culpa de que algunos aficionados marroquíes vayan a protagonizar altercados y episodios violentos la tenemos… ¡los españoles!


Porque si la sociedad adscribe a un grupo un rol, el grupo acaba amoldándose a ese rol.

Más en concreto, los españoles racistas, los que han buscado ya seis o siete veces en Google cuántos muertos por navajazo ha habido en Andalucía esta noche para confirmar que sus sospechas estaban fundadas. Los españoles que no conciben que un marroquí pueda celebrar con normalidad el triunfo de su selección, los españoles que tienen miedo y que sólo esperan cosas malas.


Esos españoles son, hasta cierto punto, responsables de lo que pueda suceder esta noche, porque -ellos sí- provocan un “efecto llamada”; un efecto llamada a la delincuencia. Porque si la sociedad adscribe a un grupo un rol, el grupo acaba amoldándose a ese rol. Si dejamos que en los medios, en la educación y en los espacios de socialización se perpetúen los estereotipos y los relatos que los confirman, los relatos y los estereotipos acabarán por ser adoptados por parte de aquellos a quienes se les adscriben.


Los psicólogos hablan mucho de las profecías autocumplidas; del famoso caso de un profe que coge a la clase más problemática del cole y, a base de decirles que son unos figuras, acaba haciéndola la más avanzada. Eso se llama efecto Pigmalión, que se ve que Pigmalión era un tipo que hizo una estatua tan hermosa, que, de tanto decir que era preciosa y que estaba enamorado de ella, la estatua acabó convirtiéndose en una persona de verdad. Lo mismito le pasa al estereotipo racista, que es estatua hecha de mentiras que, si uno es lo bastante pesao, puede acabar convirtiendo en realidad.

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