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  • Samuel García Durá

Un 5 son seis créditos

Actualizado: 6 nov 2022

Samuel García Durá*,

30/01/2022, Getafe


El silencio de una habitación ya entrada la noche o ya muy de madrugada, según se mire. El resplandor amarillento de un flexo que ilumina libros, papeles, apuntes, esquemas… El cuarto café de la noche, o el primero de la mañana, según se mire. La tercera vez que preguntas por el grupo cómo se hace el problema 2, la segunda vez que te contestan y no lo entiendes, te lees el tema 9 por sexta vez y te preguntas por quinta vez si será tan cabrón de ponerlo.


Términos, conceptos, teorías. Fórmulas, problemas, modelos. Definiciones, autores, características. La obsesión por hacer hueco para todo en la cabeza; la necesidad de sabérselo todo, de recordar ese detalle, de memorizar esa frase, de acertar esa pregunta. El estrés, el desgaste de la salud mental, que tu autoestima dependa de una cifra sobre 10 en un recuadro de Excel. Creer que la opinión de un señor sobre lo que escribes en un papel un lunes por la mañana te define. La sensación de desazón, la intranquilidad, el runrún de los nervios que no te dejan disfrutar de una mañana de deporte, o de una tarde de no hacer nada o de una noche de desfase. No darse cuenta de que la vida no se puntúa sobre 10, que esto va sobre mil, o sobre mil millones. Que la vida va de tener recuerdos, de tener amigos, de tener aficiones y tener con quién compartirlas, de tener ese libro que te gusta y esa foto con tu abuela; va de tener claro lo que realmente importa, no de sacar un 8,75 en Estadística Avanzada Aplicada a las Ciencias Sociales II.


"Que se aprende más tomando un café con tres jubilados, que mirando el Instagram en clase de Sociología"

Qué triste. Qué triste confundir estudiar con aprender, y creer que lo que se estudia se aprende, cuando la realidad es que sólo deberíamos estudiar lo que ya hayamos aprendido. Que se aprende más tomando un café con tres jubilados, que mirando el Instagram en clase de Sociología; que se aprende más tocando un instrumento o yendo al teatro o estando sólo en el Retiro que buscando anillos en el Shein mientras haces como que estudias. Qué triste no darse cuenta de que sacar un 9 en el examen no es tan importante, que lo importante es aprobar el examen final de tu vida: disfrutarla; que para Procesal hay reválida en junio, pero para lo otro no hay segunda convocatoria. Qué triste que para ser “el mejor” haya que dejarse tantas cosas por el camino. Qué triste tiene que ser llegar a la cima, que te den el diploma, mirar hacia abajo y pensar que no ha merecido la pena, que las vistas no son tan buenas como te prometieron. Y tú ahí, arriba del todo, solo, con tu diploma, cuando lo que de verdad valía la pena era comerte un bocata de atún con tomate mientras subías riendo con tus amigos.


Vie ta vie, carpe diem, aurea mediocritas; un 5 son seis créditos.

 

*Samuel García Durá es, a fecha del artículo, estudiante del primero de Derecho y Estudios Internacionales en la UC3M.

Twitter: @Samugarciaa_

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