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  • Diego Estrada Suárez

COVID 0

Actualizado: 20 dic 2022

Rompiendo con esa imagen de pueblo dócil y sumiso, los chinos se echan a la calle

Diego Estrada Suárez

Madrid 15/12/2022

 

Estas últimas semanas, hemos conocido el desarrollo de unas protestas multitudinarias en China por la estrategia que sigue su Gobierno para luchar contra la pandemia. El régimen de Xi Jinping sigue la estrategia del COVID 0, una técnica política muy restrictiva que tiene como objetivo erradicar el virus por la ausencia de casos. No se suministran vacunas como hace Occidente, sino que los confinamientos estrictos y el testeo masivo son sus puntas de lanza para lograr esa inmunidad de rebaño. El Partido Comunista ha tenido que relajar medidas como la obligación de internarse en campos de aislamiento si estás contagiado o la exigencia de mostrar tu código de salud para poder acceder a cualquier espacio público. Una política que trata de matar moscas a cañonazos y que muestra la inhumanidad del régimen chino.


Xi Jinping, a la derecha, junto a Vladímir Putin | Fuente: El Mundo (AP)
Es una estrategia suicida, una utopía que, afortunadamente y tras un cierto tiempo fantaseando con ella, nuestros políticos occidentales rechazaron. La última obsesión enfermiza de los dirigentes chinos ha movilizado a miles de habitantes en las ciudades más importantes del país.

Si tuviéramos que describir al PCCH -partido en el poder-, sería con la palabra "idealista". Desde la revolución de Mao los políticos se han caracterizado por la negación de la realidad y de lo verdadero del mundo. No hay una realidad independiente o ajena, sino que se construye gracias a las ideas de un régimen encerrado en sí mismo. El motor de las cosas es la ideología y, con la pandemia, no iban a ser menos. Siguiendo la misma línea que en anteriores ocasiones, con el COVID, han declarado un nuevo dogma. Algo inamovible que es la cura de todos los males covidianos: la política de COVID 0. Una estrategia contraproducente que se ha encontrado con una cierta oposición a nivel social.


Es una estrategia suicida, una utopía que afortunadamente rechazaron nuestros políticos

occidentales tras un cierto tiempo fantaseando con ella. La última obsesión enfermiza de los dirigentes chinos ha movilizado a miles de habitantes en las ciudades más importantes del país. Rompiendo con esa imagen de pueblo dócil y sumiso, los chinos están echándose a la calle para protestar contra estas últimas medidas. Tras años y años callados salen ahora, como el oso que hiberna durante todo el invierno. La proclama es clara: no al COVID 0.


Para la mentalidad gubernamental el COVID debe desaparecer, esa es su máxima. Algo que quisiéremos todos se ha convertido en un sueño a ojos de los mandamases del gigante asiático. El fin justifica los medios, como diría Maquiavelo. Si para acabar con el virus hay que encerrar forzosamente a personas en campos de aislamiento, se hace. Como si fueran mercancías, cualquier persona que tiene la mala suerte de contagiarse debe pasar su confinamiento en campos lejanos de las ciudades. La salud de una persona determina si debe estar encerrada en esos cuchitriles o no. No sería nada raro que en algunos de estos lugares tuvieran en la entrada alguna frase del estilo “la salud os hará libres”, reedición del tradicional “el trabajo os hará libres”.


Si para acabar con el virus hay que encerrar forzosamente a personas en campos de aislamiento, se hace. [...] Tu destino está escrito; si estás contagiado, debes aislarte.

Ya no solo se trata de pasar cuarentenas obligatoriamente en esas cárceles pandémicas: para desarrollar una "vida normal", el Gobierno exige una prueba de tu condición de sano. Para entrar en cualquier sitio, debes mostrar tu código de salud, una especie de pasaporte COVID, pero a lo bestia. Tu destino está escrito; si estas contagiado, debes aislarte. Ni hospitales, ni gimnasios, ni restaurantes. Si no enseñas tu código de salud, no puedes hacer nada más que quedarte en tu casa. El control es tal que el Gobierno exige también un test cada tres días. Hasta te indican cada cuánto debes realizarte una PCR, como si fueras un niño de cuatro años al que todo hay que decírselo.


La pulsión autoritaria de cualquier Gobierno ante la pandemia, el miedo a nuevas cepas o la naturaleza del régimen han provocado esta estrategia diabólica. Un control exhaustivo al virus que se traduce en una vigilancia permanente a toda la sociedad. Parece que la paciencia ha estallado y se suceden las manifestaciones como fichas de dominó. No significará un cambio de gobierno, de dinámica o de régimen; algo con lo que fantasean muchos. El PCCH se ha asegurado su supervivencia casi intemporal, pero no deja de llamar la atención el descontrol de las calles que tiene el presidente Xi Jinping. Desde Tiananmén no veíamos algo igual en un país poco acostumbrado a la protesta y las movilizaciones. Solo habrá cambios mínimos para contentar a la masa crítica y la permanencia de un sistema político que parece que durará toda la eternidad.



Protestas en China | Fuente: Información



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