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  • Diego Estrada Suárez

Pan y circo

Era solo cuestión de tiempo que el éxito del reality se plasmara en la política.


Diego Estrada Suárez

Madrid 02/12/2022

 

Otro más. Otro espectáculo bochornoso vivido en el Congreso de los Diputados. En esta ocasión le tocaba el turno a la diputada de Vox Carla Toscano. “El único mérito que tiene usted es haberse estudiado en profundidad a Pablo Iglesias”, le decía desde la tribuna a Irene Montero. Una alusión personal y sexual, chabacana y vulgar que era catalogada por la propia Ministra de Igualdad como “violencia política”. “A esta banda de fascistas se les para con derechos”, exclamó en su respuesta. Gritos de libertad por parte de la bancada verde eran respondidos por golpes en la mesa a la vez que vociferaban “vergüenza” los diputados de Podemos. Una imagen lamentable, más bien propia de un partido de fútbol o de un plató de Telecinco que de la supuesta sede de la soberanía nacional.


"Comunista bolivariano", "bruja", "admirador de Hitler", "hijo de terrorista" o "criminal de guerra" [...], son frases sacadas literalmente del Congreso de los Diputados.

Mucha gente se escandalizó tras lo sucedido, se tiraba de los pelos proclamando que se había traspasado cualquier línea roja y que todo tiene un límite. Si de verdad existieron algún día esas famosas líneas rojas (que lo dudo), estas fueron superadas o barridas hace mucho tiempo. No se trata de un hecho anecdótico, especial o extraordinario. Llevamos asistiendo durante varios años a la degradación de la política, reducida a un debate de barra de bar con whisky en mano. La retórica y la dialéctica quedan pulverizadas con el famoso dicho romano Panem et circenses (pan y circo). Aristóteles debe asistir horrorizado a lo que se ha convertido el congreso: un espectáculo televisado que produce vergüenza ajena.


“Comunista bolivariano”, “bruja”, “admirador de Hitler”, “hijo de terrorista” o “criminal de guerra”. No son expresiones de Federico Jiménez Losantos, sino que son frases sacadas literalmente del Congreso de los Diputados. Derecha e izquierda han convertido el parlamento en una pocilga twittera más, donde los diputados son auténticos trolls de Forocoches. Las sesiones de control o la aprobación de leyes se han convertido en un objeto de consumo. Sus señorías proveen a las masas este show indigno lleno de zascas o lo que es lo mismo, faltas de respeto. Pan y circo para las audiencias de redes sociales, donde circulan los cortes de improperios. El Sálvame parlamentario engancha y entretiene, desvirtuando la propia esencia de la política.


Era solo cuestión de tiempo que el éxito del reality se plasmara en la política. Los diputados son auténticas estrellas mediáticas animados por los suyos para que sigan en la misma línea. “Dale más fuerte” le dijeron por Twitter a la propia Toscano el otro día. Como si estuviera subida a un ring tratando de machacar a su adversario.


Ya no se trata del qué sino del cómo. No interesa qué se debate sino la forma de hacerlo. El estilo es agresivo y zafio, tocando muchas veces lo irrespetuoso. Este entretenimiento en el congreso es como un hueso que se lanza a las hienas hambrientas, el pan y circo de las masas fanatizadas.

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